Una doble identidad: salesiana y mariana
En la homilía de la misa, monseñor Panfilo reflexionó sobre la identidad característica de la parroquia, salesiana y mariana. Recordó a los fieles que sus raíces salesianas fueron establecidas por pioneros como el padre Valeriano Barbero, SDB, quien supervisó la construcción de la parroquia, y el padre Pierangelo Quaranta, SDB, su primer párroco. Desde su fundación, la parroquia fue confiada a la misión salesiana de cuidado de las almas, en particular de los jóvenes y de los marginados: una misión que sigue resonando con fuerza también en la comunidad actual.
El arzobispo también subrayó el carácter mariano de la parroquia, confirmado en 1985, cuando fue elevada al rango de Santuario Nacional. Inspirado en la Basílica de María Auxiliadora de Turín, en Italia, el santuario es un símbolo espiritual de la visión de Don Bosco y un hito de la devoción de la Familia Salesiana.
La visión profética de Don Bosco
Monseñor Panfilo trazó además una conexión histórica con la visión de Don Bosco de octubre de 1884, cuando escuchó las palabras proféticas: “Hic domus mea, inde mea gloria” (“Aquí está mi casa, de aquí saldrá mi gloria”). Recordó así a los presentes que esta visión continúa guiando la misión de la parroquia, exhortando a todos a reflexionar sobre la herencia que se está construyendo para la próxima generación.
En este sentido, lanzó a los fieles una pregunta desafiante: “¿Estamos formando un pueblo de fe, esperanza y amor, o una comunidad marcada por la indiferencia y el descuido?” El arzobispo invitó a la comunidad a renovar su compromiso de construir una Iglesia arraigada en la fe, el servicio y la solidaridad, para entregar a las futuras generaciones una herencia de esperanza.
El vínculo con el Año Jubilar
Los cincuenta años de vida de la parroquia coinciden también con dos Años Santos: el inicial, de 1975, proclamado por el papa Pablo VI y centrado en el arrepentimiento y la reconciliación, y el actual 2025, que subraya el camino de todos los cristianos como “Peregrinos de la Esperanza”. El prelado animó por ello a los fieles a acoger el santuario como un lugar de renovación y renacimiento espiritual, en sintonía con la invitación de la Iglesia universal a la transformación durante este tiempo de gracia.
Una celebración para dar gracias
La celebración eucarística fue seguida de una cena ofrecida por la parroquia, que reunió a los Salesianos de Don Bosco, a los miembros de la Familia Salesiana, a los miembros del consejo parroquial y a muchos amigos y simpatizantes de la obra salesiana. La velada se caracterizó por la comunión, la gratitud y la alegría, mientras los participantes recordaban con gozo los cincuenta años de vida común y miraban con esperanza hacia el futuro.
El 50° aniversario no solo celebró la rica historia del Santuario Nacional de María Auxiliadora, sino que también renovó su misión de ser un faro de esperanza y fe para las generaciones futuras.
Andrew Chanco
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