El despertar de las “centinelas de la mañana”
El apodo “Centinelas de la mañana”, atribuido por san Juan Pablo II a los jóvenes durante el Jubileo del 2000, sigue siendo hoy pertinente. Con colchonetas y bolsas de dormir, miles de chicos y chicas pasan sus noches entre los pabellones de la feria. Luego, cuando faltan pocos minutos para las siete de la mañana, comienzan a levantarse para reunirse en oración. Algunos rezan laudes. También un numeroso grupo de jóvenes franceses se reúne en un gran círculo: rezan y planifican el programa del día.
Otros desayunan en las mesas de madera dispuestas a lo largo del pasillo que separa los nueve pabellones donde acaban de pernoctar. Cada pabellón tiene una eficiente distribución de productos para el desayuno, para todos, “a la italiana”: croissants, mermelada, tostadas, zumo de frutas. Los jóvenes observan cómo los voluntarios empaquetan para ellos la primera comida del día. También entre los pabellones se han dispuesto más de doscientas cincuenta duchas y una fila interminable de baños químicos.
Desde París, una peregrina “de último minuto”
Naturalmente, no falta una estructura, colocada entre dos enormes montones de botellitas de agua, que alberga un puesto médico móvil. Los médicos ya están ocupados desde las primeras horas de la mañana. En la fila está Eulalie Lescure, de veintiséis años, de París, que acaba de acompañar a un amigo al médico. Sonriendo, cuenta su partida, definiéndose como una “peregrina de último minuto”: “Compré el billete para venir a Roma hace una semana y no estaba muy preparada. Vine sola, pero con un grupo de unas tres mil personas y luego, obviamente, cada día estoy conociendo a nuevos peregrinos”.
Eulalie ya había estado en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa y puede comparar ambas experiencias. “Ya he dormido aquí dos noches. Dormí bien. El único problema fueron las luces: las apagaron solo a la una de la madrugada y las encendieron a las cinco. En fin, tuvimos solo cuatro horas de oscuridad. El alojamiento es espartano, pero está muy bien. No vine para alojarme en un hotel de cinco estrellas. No es ese el punto. Creo que habernos alojado a todos aquí es una buena idea. En Lisboa fui voluntaria, aquí vivo el Jubileo como peregrina. Estuve en la misa de apertura del Jubileo de los Jóvenes en la plaza de San Pedro. Fue muy bonito, sobre todo ver al papa. Visitamos el centro de Roma y san Juan de Letrán, he conocido a muchos italianos, españoles, portugueses”.
Tres años de recaudación para estar en Roma
Precisamente desde Portugal viene Nuno Ribeiro, de treinta y un años, originario de la ciudad de Oporto. Llegó a Roma con un grupo de veintinueve personas: estar aquí ahora es para él el merecido premio a muchos esfuerzos. “Desde hace tres años organizamos iniciativas en nuestra ciudad con el fin de reunir el dinero para este viaje a Roma. Esperamos poder disfrutar al máximo de todas las iniciativas organizadas para nosotros. Estamos deseando –confiesa con un poco de emoción– volver a ver al papa el fin de semana”.
Dormir en un pabellón de feria con miles de otros jóvenes no es una experiencia cotidiana. “Vinimos bien equipados para acampar –explica Nuno–. Así que dormir aquí, en estos pabellones, no fue un problema. Estuvimos bien, en las dos noches que pernoctamos aquí”. La única pequeña dificultad –auténtico signo de los tiempos– es recargar las baterías del teléfono móvil. “Los vales para obtener las comidas se reservan a través de una app. Así que el teléfono tiene que estar siempre cargado. Logramos recargarlo, pero no siempre fue fácil”, concluye Nuno.
Luego, el pensamiento va hacia tantos jóvenes que podrían llegar de países involucrados en conflictos bélicos. “Es bonito encontrar personas que vienen de otras partes del mundo y compartir su experiencia. Lo que nosotros, los jóvenes, podemos hacer es informarnos sobre lo que sucede en los países de las personas que encontramos, también respecto a lugares y situaciones que no conocemos. Hay muchos países en guerra, de los cuales nosotros los jóvenes no sabemos nada”.
En la Feria de Roma, un mundo en miniatura que vive en paz
Muchas lenguas, muchas culturas, diversas costumbres. En estos días, los pabellones de la Feria de Roma ofrecen una muestra representativa de un mundo en miniatura, con sus problemas de compartir espacios y recursos comunes que deben alcanzar para todos. Como en el mundo exterior, también aquí, para llevarse bien y vivir en paz, se necesita la colaboración de todos.
Sofía Colonna, de veintidós años, de Mesina, es voluntaria. “Soy responsable de seguridad del pabellón siete. Mi tarea, junto con los otros voluntarios de mi grupo, es garantizar que los peregrinos estén a gusto en su pabellón y que prevalezca un clima de serenidad”. Quien se ocupa de seguridad conoce bien los ingredientes de una convivencia pacífica. “Los jóvenes peregrinos son todos muy vivaces, pero todo aquí se desarrolla dentro de los límites de una formación católica, por tanto, en la base hay un fuerte sentido de educación y de deseo de colaborar. La colaboración de los peregrinos es fundamental para contribuir a crear un clima positivo”.
Daniele Piccini
Fuente: Vatican News
