Margarita Occhiena, para todos Mamá Margarita, murió en Turín en el Oratorio de Valdocco el 25 noviembre 1856. Fue declarada venerable por el Dicasterio de las Causas de los Santos con decreto del 23 octubre 2006. La celebración eucarística fue presidida por el vicario diocesano de la Unidad Pastoral Mamá Margarita, padre Emanuele Baviera, ayudado por el vicario parroquial padre Francis Thomas Kunnathoor y por el diácono Fabrizio Crivelli. Con ellos concelebraron los salesianos del Colle Don Bosco: el director-rector padre José Miguel Nuñez, el vicario padre Enrico Lupano, el profesor padre Mario Maritano, padre Francesco Gibin. Animó el coro Mamá Margarita de Capriglio.
En la exhortación inicial padre Emanuele Baviera quiso subrayar la importancia de la celebración vespertina: «Nos encontramos esta tarde para dar inicio oficial al año en honor de Mamá Margarita que culminará el próximo noviembre en el 170° aniversario de la muerte. Nuestra Unidad Pastoral ha querido que la primera celebración se realizara en esta iglesia parroquial, testigo de la presencia de la mamá de padre Bosco, y en este pueblo que la vio crecer y madurar. Con los salesianos del Colle queremos dar vida a una serie de iniciativas que tendrán lugar durante todo este año dedicado a esta mujer maravillosa, que entregó su vida a la familia y, en los últimos diez años, a los muchachos de su hijo Juan en Turín. Agradecemos al Señor por habernos dado una mamá tan rica de humanidad y de fe».
En la homilía destacó luego algunos rasgos peculiares de su vida: «Mamá Margarita, una mujer que no pronunció grandes discursos, no tuvo estudios, pero hizo lo que pide Jesús en el Evangelio: supo escuchar la palabra de Dios y la transformó en vida. Margarita aprendió aquí, en esta tierra, en estos caminos nuestros, a rezar, a confiar en Dios, a vivir honestamente y en la caridad. El lugar de su santidad no fue un monasterio, ni siquiera un púlpito, sino los campos, la cocina, la casa pobre transformada en escuela de fe. La escucha de la Palabra se daba en lo cotidiano, en el cansancio, en las decisiones familiares, en la gestión de los conflictos, en la educación de los hijos, en la oración de la tarde junto al fogón. Era una mujer bíblica, como aquellas del Evangelio, silenciosa, fuerte, sabia, concreta».
El Presidente de la Asociación Amigos del Museo Mamá Margarita, Diego Occhiena, recordó: «El próximo noviembre celebraremos los ciento setenta años de la muerte de Mamá Margarita. Aprovechemos este año para profundizar en la figura de la venerable Margarita Occhiena. Redescubramos su rica espiritualidad, imitémosla, en lo posible, especialmente con obras de caridad hacia la juventud y, sobre todo, invoquémosla con la oración de intercesión».
