Las autoridades nacionales competentes en materia de catástrofes presentan cifras impresionantes: al menos seiscientos dieciocho muertos confirmados y trescientas treinta y seis personas todavía desaparecidas. Casi un millón y medio de residentes, entre los cuales más de 275.000 niños, han sido afectados por esta catástrofe. Más de 233.000 personas están actualmente acogidas en 1.441 refugios temporales, mientras que muchos otros miles viven con parientes después de que sus casas hayan sido destruidas o gravemente dañadas. Más de 575 viviendas están en ruinas, más de 20.000 están parcialmente dañadas y vastas regiones siguen siendo inaccesibles e inhabitables a causa del derrumbe de carreteras, puentes y sistemas hídricos.
Ante esta devastación, los salesianos de Don Bosco han respondido con urgencia. Las parroquias, escuelas, internados y centros comunitarios salesianos de todo el país han abierto sus puertas, ofreciendo alojamientos de emergencia, alimentos, agua potable, ropa y kits higiénicos. Grupos de jóvenes, voluntarios parroquiales y socios internacionales se han unido a la movilización, asegurando que la ayuda llegue también a las comunidades más remotas.
Se presta particular atención a los niños, los jóvenes, los ancianos y quienes han sufrido traumas, es decir, los grupos más vulnerables tras el desastre. Los equipos salesianos ofrecen apoyo psicosocial y acompañamiento pastoral, ayudando a las familias a afrontar la pérdida, el miedo y la incertidumbre.
Mientras la crisis se agrava, el padre Roshan Miranda, superior de la Visitaduría “San José” de Sri Lanka (LKC), ha expresado preocupación y determinación: “Nuestra gente está atravesando sufrimientos inimaginables y nosotros debemos responder con el corazón de Don Bosco. Quiero que cada casa salesiana esté abierta, un lugar donde las familias puedan encontrar refugio, donde los niños y los jóvenes estén protegidos y donde nadie se sienta abandonado. Esta es nuestra misión, especialmente en tiempos como estos”.
Un salesiano cooperador ha resumido el espíritu de la respuesta: “No podemos resolverlo todo, pero podemos ser un lugar de esperanza”.
Mientras Sri Lanka emprende el largo camino hacia la reconstrucción, la compasión y la solidaridad demostradas por los salesianos de Don Bosco son un testimonio de fe en acción, un faro de luz en la tormenta más oscura que ha golpeado a la nación este año.
