Angola – Una historia increíble: el crecimiento de la presencia salesiana en el país
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06 Abril 2023

(ANS - Luanda) - "A mi regreso a Paraguay, después de casi tres meses de visitar comunidades salesianas en Angola, agradecí la invitación que recibí del Boletín Salesiano de Angola para escribir mis impresiones. Encontré una increíble historia de Pascua: del dolor a la esperanza, de un pasado de guerra a una vida de paz, de semillas plantadas a frutos crecidos llenos de esperanza". Así comienza el testimonio de Monseñor Edmundo Valenzuela, SDB, Arzobispo Emérito de Asunción, Paraguay, sobre el crecimiento de la presencia salesiana en Angola, país en el que sirvió como misionero en sus primeros años de vida salesiana.

La semilla plantada en medio de tantas dificultades, en medio del aislamiento y de la miseria, el Señor Jesús la hace crecer y convertirse en un árbol frondoso, una realidad que agrada a los ojos y al corazón, por los progresos realizados, por la ampliación del horizonte cultural y espiritual del pueblo angoleño donde está anclada la presencia de Don Bosco.

Doy gracias a Nuestro Señor Jesucristo por su mandamiento "Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos" (Mt. 28, 19). Las primeras comunidades fervorosas se encontraban en el norte de África. Hoy este continente es uno de los más comprometidos en la evangelización de sus pueblos. Y entre estos pueblos se encuentra Angola.

El "Proyecto África" de la Congregación Salesiana, y de la Zona Atlántica (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay) comenzó hacia 1981 en Dondo y Lwena y luego se extendió a Luanda, Calulo, Ndalatando, Benguela, Cabinda y últimamente a Huambo: ha tenido un hermoso proceso de crecimiento, desarrollo de obras e inculturación en la evangelización y la pastoral.

Desde mi llegada, he podido visitar todas estas comunidades, a finales de diciembre de 2002, con Aldo Fanego y Carmen Benítez (que habían venido para animar la pastoral familiar misionera de acuerdo con las disposiciones de los Obispos de las diócesis visitadas), y gracias a la amabilidad y acompañamiento del padre Martín Lasarte, Superior de la Visitaduría Salesiana "Mamá Muxima" de Angola (ANG), que les ha dedicado su tiempo y su pasión misionera salesiana.

¿Qué impacto tuvo en mí esta visita? ¿Qué quedó en mi corazón? En aquel tiempo estuve sirviendo, de 1992 a 2006, en la entonces "Delegación Salesiana" de Angola. Especialmente en Lwena, donde viví nueve años, era un momento difícil para la inserción del carisma y la evangelización del pueblo, a causa de la guerra. Entonces, los misioneros prefirieron quedarse en Angola, por invitación de los superiores mayores de Roma, para ir a otros países africanos con mejores posibilidades de vida y de trabajo.

De estos momentos surgió el enorme cariño que los misioneros salesianos demostraron en su tarea pastoral y evangelizadora. Este testimonio histórico florece hoy con sorprendentes y abundantes vocaciones de salesianos consagrados. El número de sus miembros es increíble: 155 salesianos, de los cuales solo unos 25 son extranjeros, el resto todos angoleños. Aspirantes, prenovicios, posnovicios, estudiantes de teología, jóvenes sacerdotes. Muchos de ellos ya ocupan puestos directivos y de gran responsabilidad. ¿No es esto ya un milagro de la gracia de Dios y el fruto visible de aquellas semillas plantadas en los primeros años y años de guerra?

Las comunidades salesianas, como las de las Hijas de María Auxiliadora (también ellas han tenido el mismo proceso y crecen en vocaciones consagradas en el Instituto), las veo bien organizadas para la vida de oración, en la pastoral educativa evangelizadora con mucha creatividad y fuerza, asistidas por catequistas, animadores, profesores, adolescentes y jóvenes del Movimiento Juvenil Salesiano (Amigos de Domingo Savio, Jóvenes de Don Bosco, grupos Laura Vicuña, grupos deportivos, misioneros y grupos de voluntariado misionero…). Bien hecho por los Directores que animan a los hermanos especialmente en la caridad pastoral. Vi puntualidad en la oración de la mañana y de la tarde. Noté la piedad en las celebraciones eucarísticas y la cordial estima entre los hermanos, el aprecio hacia los Directores y el Superior, padre Lasarte, el reconocimiento de su animación, su testimonio, su alegría y sus continuas visitas a las comunidades. 

Me impresionó la labor educativa, las escuelas nocturnas de alfabetización para adultos, y las de niños y adolescentes por la mañana y por la tarde, en beneficio de las generaciones más jóvenes, ofreciéndoles un proyecto de felicidad y de futuro cierto, bien visualizado a través del ambiente familiar, la alegría, el estudio y la iniciación a la vida cristiana. Los numerosos profesores de la escuela se están formando en pedagogía y espiritualidad salesiana, y son los primeros colaboradores de este proyecto educativo que integra valores humanos y cristianos. Está claro que queda mucho trabajo por hacer, porque muchos niños, adolescentes y jóvenes se están abriendo poco a poco a la vida cristiana. Pero he visto el modelo de escuela católica salesiana en todas partes, en Lwena, en Sambizanga, en Luanda, en Viana, en Dondo, en Benguela, en Cabinda, en Huambo, con un número quizás a veces excesivo, pero siempre con todos enriquecidos por la educación recibida y por la presencia de Jesucristo, de María Auxiliadora y de Don Bosco en sus vidas.

Estoy asombrado de lo que se ha hecho en la Formación Profesional de miles de jóvenes, en un momento en que estaban siendo ayudados por proyectos gubernamentales o internacionales. Debido a la situación económica, necesitan una nueva definición que, con la ayuda de Dios y de nuevos colaboradores, pueda seguir ofreciendo un servicio profesional.

El oratorio festivo, la atención a los niños de la calle (con sus tres fases: en Mota y Mabubas, en varios lugares de Luanda, y en Catete) merecen elogios por ser el trabajo pastoral más difícil, en favor de los niños más abandonados, de la calle e indigentes. A ellos, con mucho cariño y profesionalidad pastoral, se les abre la esperanza de una vida digna, de un futuro prometedor a través de la educación.

Recuerdo las palabras del entonces padre José Imbamba, hoy Arzobispo de Saurimo, que me dijo en momentos difíciles en Lwena: "¿Qué sería de Lwena sin los Salesianos?". En el encuentro que tuvimos en Luanda el día de Navidad en la parroquia de São Joaquim, el padre Raimundo, responsable de la Pastoral Familiar, comentó casi con las mismas palabras: "¿Qué sería de la Iglesia en Angola sin la presencia de Don Bosco, de los Salesianos y de las Hijas de María Auxiliadora?".

Todo esto es para dar gracias a Dios porque, gracias a "siervos inútiles", se ha llevado a cabo la obra de evangelización, de formación de personas, de pastoral inculturada, siempre bajo la protección de María Auxiliadora y con el amor de Don Bosco, como primer imitador del "Buen Pastor", Nuestro Señor Jesucristo.

Concluyo expresando mi gratitud por la oportunidad de disfrutar de la obra de Dios y de Don Bosco en esta bendita tierra de Angola. El pasado florece en una nueva vida, en democracia, en el desafío de la evangelización, de la educación cristiana y de la educación de calidad. Su población crece, se dice que alcanzará los cuarenta millones de habitantes. En medio de todo esto, la obra salesiana es un grano de arena, pero de oro, junto con la presencia de otras comunidades religiosas y del clero diocesano de las numerosas diócesis angoleñas de la Iglesia católica.

Mons. Edmundo Valenzuela, SDB

Arzobispo Emérito de Asunción, Paraguay

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