La comunidad religiosa salesiana de casi catorce mil personas organizada en noventa y dos inspectorías y presente en ciento treinta y siete naciones. En Italia las inspectorías salesianas son seis, con sedes en Roma, Milán, Turín, Mestre, Nápoles. Y Catania, donde el inspector es el padre Domenico Saraniti, feliz por la visita a la ciudad del padre Attard, cuya elección, en marzo pasado como XI° sucesor de Don Bosco, “ha representado un nuevo amanecer para la Congregación, lista para reforzar su misión educativa y de transformación social, sobre todo para los jóvenes de las realidades más pobres”.
El padre Saraniti habló de San Cristóforo como de un “barrio traicionado en el que formas evidentes de pobreza y marginación han hecho explotar fenómenos como la deserción escolar, maternidades precoces y, naturalmente, trabajo en negro, criminalidad y violencia”.
He aquí por qué la presencia del padre Attard será tan importante: para lanzar un camino educativo de formación profesional que permita a los jóvenes del sur convertirse en protagonistas de sus propias vidas, experimentando talentos y competencias para insertarse en el mundo del trabajo.
Devolver a los jóvenes la esperanza, en definitiva. Como subrayó el periodista Salvo La Rosa, que conducirá el sábado 27 de septiembre en el patio de los salesianos de Cibali “el encuentro entre el padre Attard y Exalumnos y Exalumnas, Hijas de María Auxiliadora, salesianos y amigos y amigas de los salesianos”.
“Llamados a ser signos de esperanza” es el título de la lectio magistralis del Rector Mayor que, subrayó La Rosa – quien recordó haber pasado, de muchacho, las horas más hermosas precisamente en el Instituto San Francisco de Sales de Cibali – “hace comprender cuánto es todavía extremadamente actual el sistema educativo de Don Bosco, sobre todo en una ciudad como Catania en la que los salesianos han sido siempre protagonistas”.
“Aquí – concluyó – los jóvenes necesitan ayuda, apoyo, un proyecto. Precisamente aquellas cosas que la escuela salesiana sigue dando con gran alegría y con gran profesionalidad. Así nos preparamos para acoger al Rector Mayor en este ambiente extraordinario”.
Y, al término de la lectio magistralis, el alcalde de Catania, Enrico Trantino, conferirá la ciudadanía honoraria al Rector Mayor.
Al día siguiente, a las 10:30 en el Teatro Metropolitan, el padre Attard presidirá la fiesta por el 50° aniversario del Movimiento Juvenil Salesiano y por la tarde, como se ha dicho, estará en el oratorio Salette para inaugurar un proyecto que partirá sí de Catania, pero que se extenderá a toda aquella Sicilia en la que la presencia salesiana cuenta con diecisiete comunidades, cuatro de ellas precisamente en la ciudad etnea. Los salesianos son párrocos de doce iglesias de la isla, cuatro de las cuales son públicas. Y tres se encuentran en Catania, donde, desde hace ya un siglo, está presente el Centro Profesional de Barriera.
En toda Sicilia se cuentan diecinueve oratorios, en los que colaboran en total más de dos mil ochocientos voluntarios. Pero para que las estructuras funcionen hay también doscientos cincuenta empleados, entre ellos diez directivos.
Los salesianos, además, gestionan dos escuelas muy concurridas de jóvenes: una en Catania, en el barrio de Cibali, o sea, el ya citado Instituto San Francisco de Sales, y la otra en Palermo, el Don Bosco Ranchibile. Siempre en Palermo está activa la escuela profesional de la obra Jesús Adolescente.
La apuesta es, por tanto, la de convocar a todas las fuerzas sanas, reclutando voluntarios para hacer de los oratorios centros de renacimiento, antes que nada cultural, y realizar lo que los salesianos llaman “promoción integral de la persona”.
“El fin es también espiritual – concluyó –, el de dar vida a comunidades en las que nadie se sienta excluido y todos puedan descubrir la belleza de crecer juntos, para construir un futuro mejor”.
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