Uno de los salesianos que trabaja en Kenia explicó que este ha sido un excelente proyecto formativo. «Ahora que los sesenta y seis animadores y docentes han sido formados, llevarán lo que han aprendido a la educación de más de doce mil niños, de entre cinco y doce años, en varias parroquias. Además, han podido compartir sus experiencias, construir una red de apoyo y seguir aprendiendo unos de otros», afirmó.
Para permitir a los miembros compartir ideas, mostrar los progresos y demostrar la aplicación de las metodologías aprendidas, se creó un grupo de WhatsApp interactivo entre todos los participantes. Y el último día de la formación, los animadores visitaron el Santuario de María Auxiliadora de Upperhill, en Nairobi, para observar cómo los animadores y los docentes de la escuela dominical salesiana organizan y llevan a cabo sus sesiones.
Entre los participantes en el curso de formación estaba también Nelly Lukaziva Sanya, desde siempre apasionada por cultivar el crecimiento espiritual de los niños. Antes de tomar parte en el proyecto, Sanya afrontaba diversos desafíos que afectaban a su seguridad y a su eficacia en la transmisión de la fe. Sus métodos eran en su mayoría tradicionales y a menudo se sentía limitada en su capacidad de implicar a los estudiantes o gestionar la dinámica de la clase.
Reflexionando sobre aquel período, Sanya dijo: «Antes de la formación, a menudo me sentía bloqueada haciendo las cosas siempre del mismo modo y no estaba segura de cómo hacer las lecciones más atractivas». Así, cuando se le propuso el proyecto, Sanya lo acogió con entusiasmo: deseaba aprender nuevas técnicas de comunicación y entrar en contacto con otros docentes, aunque temía no lograr adaptarse a los nuevos métodos y aplicarlos eficazmente. A pesar de estas preocupaciones iniciales, abrazó el proceso de aprendizaje encontrando las sesiones estimulantes y transformadoras.
Al término del curso, Sanya recuperó un fuerte sentido de confianza. Los recursos prácticos y las estrategias creativas aprendidas la ayudaron a implicar mejor a sus chicos y a reforzar la confianza entre ella y los padres de los niños. La formación no solo mejoró su enfoque en la catequesis, sino que también profundizó el sentido de comunidad con sus colegas catequistas. Juntos compartieron ideas, se animaron mutuamente y dialogaron sobre cómo hacer la escuela dominical más interactiva y espiritualmente enriquecedora.
Mirando al futuro, Sanya espera ahora seguir creciendo como catequista y docente. Imagina crear recursos digitales para el aprendizaje, formar una red de apoyo para los docentes de la escuela dominical e inspirar a otros a través del acompañamiento y la colaboración.
Sanya añadió después que desea acompañar a los niños y a los demás laicos comprometidos en este servicio, compartiendo con todos ellos lo que ha aprendido y creando también recursos en línea para ayudar a los demás. En conjunto, el proyecto ha reforzado la confianza de muchos docentes como Sanya, mejorando los métodos de enseñanza y la capacidad de liderazgo y contribuyendo a crear un ambiente de aprendizaje más participativo y espiritualmente estimulante.
