RMG – Conozcamos a los nuevos misioneros: Eric, de Burundi a Mongolia

(ANS – Roma) – Eric es uno de los miembros de la 155° expedición misionera, la del año pasado, y ha sido enviado a Mongolia. Sin embargo, participó en la edición de este año del “Corso Germoglio” y recibió la cruz misionera el pasado 11 de noviembre.

¡Preséntate, Eric!

Soy Eric Ndayicariye, salesiano de Don Bosco y miembro de la 155° expedición misionera.  Nací en la arquidiócesis de Bujumbura, en Burundi, y pertenezco a la Inspectoría África Grandes Lagos (AGL), aunque he sido enviado a la Delegación de Mongolia, perteneciente a la Inspectoría de Corea.

Provengo de una familia católica con nueve hijos, cinco varones y cuatro mujeres. En casa aprendimos los valores cristianos desde la infancia y estábamos acostumbrados a participar en la misa dominical. Mi padre siempre insistió en que estudiáramos, porque él no había tenido la oportunidad de ir a la escuela: sufría mucho por ello e hizo todo lo posible para permitirnos estudiar. También tuve la posibilidad de entrar en el grupo de monaguillos de la parroquia y en el “movimiento juvenil Chiro”, a través del cual oí hablar de Don Bosco.

¿Qué te inspiró en la decisión de convertirte en misionero?

Fue un camino por etapas. Desde pequeño, servir en el altar como monaguillo despertó en mí el deseo de ser sacerdote. Mi primera chispa vocacional llegó en el año 2015, gracias a un sacerdote diocesano que me orientó hacia el seminario menor. Más tarde, en el año dos mil diecisiete, conocí a los salesianos a través de un amigo seminarista y de su hermano, el padre Willy Ndayishimiye, cuyo testimonio me atrajo profundamente. Su vida de oración, el espíritu de familia y la entrega a la salvación de los jóvenes me hicieron comprender que Dios me llamaba a una vocación salesiana, no diocesana. También percibí cómo el celo misionero era central en esta llamada, inspirado por los misioneros que lo dejaron todo para llevar a Cristo a mi país. Luego, al escuchar en Radio María testimonios sobre naciones que aún no conocen a Jesús, nació en mí la urgencia de san Pablo de anunciar el Evangelio. Finalmente, mediante la Escritura –en particular la fe de Abraham– hice un camino de discernimiento y comprendí que Dios tenía un plan personal para mí: convertirme en misionero ad gentes.

¿Estás contento con el lugar al que vas? ¿Tienes temores o dudas respecto al nuevo lugar, la cultura y las personas?

Antes de ser enviado a Mongolia no había oído hablar nunca de ese país, pero recientemente, gracias a la visita del papa Francisco en 2023 y a los medios de comunicación, tomé conciencia de la situación de la Iglesia católica en Mongolia. No me sorprendió mi destino: reconocí en él la voluntad de Dios de hacerme misionero precisamente allí donde la Iglesia católica, en general, y la Congregación salesiana, en particular, se encuentran en la fase inicial del anuncio del Evangelio.

¿Cómo reaccionaron tus familiares, amigos y hermanos salesianos cuando les hablaste de tu vocación misionera?

El encuentro con los salesianos fue el inicio de mi respuesta a esta llamada. Antes de entrar en la Congregación Salesiana, compartí con mis padres el deseo de convertirme en salesiano para anunciar la Buena Noticia de Jesucristo allí donde aún no es conocida; mis padres siempre bendijeron esta elección y me desearon todo bien.

¿Cuáles son tus proyectos y sueños para tu vida misionera?

A través del grupo “Chiro” había aprendido que Don Bosco es amigo de los jóvenes; no quería salvar solo a los jóvenes de su país, sino a los jóvenes de todo el mundo. Don Bosco se convirtió en el amigo de todos los jóvenes porque era amigo de Jesucristo y de su Madre. Su Sistema Preventivo me hizo amarlo mucho; para mí Don Bosco nos educa a ser como Dios, que nos precede en todas partes.

Así, ahora yo mismo deseo convertirme en un misionero bien integrado en la cultura, la lengua y la vida de Mongolia, y ofrecer a Jesucristo a los mongoles; como el padre Michele Rua, deseo ser un nuevo Don Bosco en Mongolia.

¿Tienes en mente algunos grandes misioneros cuyo estilo y vida quisieras seguir?

Mi modelo es san Pablo que, después de encontrar al Señor Resucitado, se convirtió en su misionero; gracias a él la fe en Cristo se difundió entre los paganos. Ahora podemos plantearnos esta pregunta: ¿qué sería de la Iglesia sin san Pablo? Viendo que esta vocación requiere la ayuda de Dios e inspirándome en san Pablo, he elegido como lema este versículo de la Sagrada Escritura: “Te basta mi gracia” (2 carta a los Corintios 12, 9).

¿Cómo vives la experiencia del curso misionero (Corso Germoglio) y la recepción de la cruz misionaria en el ciento cincuenta aniversario?

Es una gran alegría para mí participar en este curso que está abriendo mi mente y fortaleciendo mi vocación misionera salesiana. Cuando reflexiono sobre la Primera Expedición Misionaria Salesiana, imagino a Don Bosco diciéndome hoy las mismas cosas que dijo a los primeros misioneros.

¿Cuál es tu mensaje para los jóvenes sobre la elección y la vocación misionera?

Concluyo diciendo a todos los jóvenes que Dios nos necesita para que nos convirtamos en sus discípulos misioneros: como jóvenes somos la esperanza de la Iglesia y de la Congregación. Salgamos de nuestra zona de confort, encontremos a las personas que nos esperan y estemos entre ellas como Don Bosco.

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