Molise es la única región italiana que no contaba, hasta ahora, con los Hijos de Don Bosco, aunque en el pasado, de 1948 a 1962, tuvo un obispo salesiano, monseñor Giovanni Lucato, y una pequeña comunidad de religiosos entre 1952 y 1969 en Isernia. La ciudad de Venafro, situada casi en la frontera entre el Lacio y Campania, cuenta con unos diez mil habitantes y es considerada la “puerta occidental del Molise”. Sus orígenes se remontan al pueblo de los samnitas, luego sometidos por Roma; en la Edad Media, bajo los lombardos, se convirtió en una diócesis importante, de la que hoy se conserva el aspecto de un hermoso borgo fortificado.
Precisamente en este mes de junio, durante el cual se celebran los santos mártires Nicandro, Marciano y Daria, patronos de Venafro, se concluye un largo camino que precedió este acontecimiento: en 2017 llegó a los salesianos la solicitud explícita de monseñor Camillo Cibotti, para la asignación de una zona de la ciudad, particularmente popular, con “numerosos jóvenes y laicos comprometidos que representan la verdadera riqueza del territorio”. Junto a ellos, una comunidad estable de personas de etnia romaní, “que manifiesta todos los signos de una pobreza creciente, pero que, al mismo tiempo, siempre ha representado un recurso y una oportunidad pastoral”. En ese entonces, sin embargo, los salesianos estaban comprometidos con la apertura de la nueva presencia en Olbia y no pudieron dar una respuesta inmediata. Hoy esta puede concretarse como una experiencia de Iglesia en salida en una periferia concreta de Italia y del territorio molisano.
No faltarán los espacios en la parroquia de los santos Martino y Nicola, que dispone de estructuras modernas y amplios ambientes, tanto para la catequesis como para las actividades lúdico-deportivas; no faltarán la creatividad y la imaginación a la primera comunidad salesiana que, a partir del mes de septiembre, tomará parte de esta nueva aventura. Guiados por el padre Salvatore Policino, párroco y encargado de la comunidad, estarán el padre Giovanni Molinari y el padre Carlo Pepe, enviados por el inspector: tendrán la tarea de conocer la realidad, para que pueda “convertirse en un punto de referencia para toda la diócesis, especialmente en lo que respecta a las iniciativas orientadas a despertar en los jóvenes la fe, la esperanza y el amor a Cristo y a su Iglesia”.
Continúa el padre Roberto Colameo: “Al iniciar mi servicio, sentí con fuerza el llamado a dar signos de renovada esperanza a la Circunscripción. Otro signo, entonces – después de Olbia – debía estar en una tierra donde la presencia salesiana aún no se había concretado y cuyo territorio nos fue confiado: Molise. En el mes de octubre se retoman entonces los contactos con el obispo, quien nos presenta nuevamente lo indicado en su momento y ve en ello un designio de la Providencia”.
Y a quien le pregunta al padre Colameo qué espera del futuro, él responde: “La riqueza del patrimonio local, las iniciativas de desarrollo en curso y un posible interés hacia la innovación podrían representar oportunidades para mejorar la situación y ofrecer un futuro más atractivo para las nuevas generaciones”.
Los salesianos estarán comprometidos en la escuela, como docentes de Religión Católica (IRC), al servicio de la parroquia con el futuro Oratorio, en la pastoral con los romaníes, y se pondrán a disposición para colaborar con los responsables de la Pastoral Juvenil de la ciudad y de la misma diócesis.
