El papa Francisco deja un testimonio vivo de fe, entrega y servicio. Son muchas las enseñanzas que nos invitan a vivir nuestra fe con alegría y valentía.
Una Iglesia de puertas abiertas
El papa Francisco insistió en que la Iglesia debe ser una casa para todos, no solo para unos pocos. Desde el inicio nos llamó a abrir las puertas, a ir hacia las periferias, a acoger sin miedo ni prejuicio a quien busque a Dios. En Fratelli Tutti nos recordó que la fraternidad no es una opción secundaria, sino el corazón del Evangelio.
El amor de Dios que nos devuelve la paz
El Santo Padre nos enseñó que Dios es un Dios que ama incansablemente, incondicionalmente y sin reservas. En la carta encíclica Dilexit Nos nos recordó que el Corazón de Jesús es el lugar donde podemos encontrar paz, sanación y nuestra verdadera identidad.
El cuidado de nuestra Casa Común
En Laudato Si’ y en Laudate Deum nos hizo comprender que la crisis ambiental no es solo una crisis ecológica, sino también una crisis espiritual. Nos llamó a salir de la indiferencia y a tomarnos en serio nuestra responsabilidad de proteger la creación, a reconocer que el mundo es un don que debemos cuidar con amor.
Un mensaje para los jóvenes
El papa Francisco siempre tenía palabras especiales para los jóvenes. Los invitó a no conformarse con una vida mediocre, a no dejarse robar la esperanza, a vivir con pasión y valentía. Les recordó, en más de una ocasión, que la Iglesia los necesita, que su alegría y creatividad son fundamentales para el futuro del mundo y de la fe.
La ternura como revolución
Para Francisco, la ternura no era un detalle secundario, sino el corazón del mensaje cristiano. Demostró que la ternura es la mayor fuerza del amor, la clave para sanar el mundo. Desafió a la Iglesia a ser una Iglesia de la ternura, una Iglesia que abraza, acoge y sana.
Fuente: Catholic Link
