El evento, promovido por el Comité Catequístico de la Conferencia Episcopal Coreana (CBCK) y organizado por el Instituto Salesiano de Investigación Pastoral sobre la Espiritualidad Juvenil (Don Bosco Youth Spirituality Pastoral Research Institute – DBYSPRI), dirigido por el padre Moise Yun Mangeun, SDB, fue concebido para explorar las aplicaciones prácticas de las nuevas Líneas Guía para la Formación de los Catequistas de la Escuela Dominical en la Iglesia católica coreana, promulgadas en septiembre de 2024.
Participaron más de ciento treinta agentes pastorales y catequistas provenientes de diversas diócesis del país, signo del fuerte interés suscitado.
El simposio se abrió a las 9:30 con el saludo y la ponencia introductoria del monseñor John Baptist Jeong Sinchol, presidente del Comité Catequístico de la CBCK. Monseñor Jeong recordó el Directorio para la Catequesis (2020) y el Motu Proprio Antiquum Ministerium (2021), que instituye el ministerio del catequista, subrayando: “El catequista no puede ser considerado un simple voluntario, sino una vocación que participa en la misión evangelizadora de la Iglesia”. Y añadió: “Espero que estas líneas guía se conviertan en un camino de discernimiento para ayudar a los catequistas a redescubrir identidad y misión, respondiendo a la llamada de Dios”.
Luego, la doctora Lee Jin-ok, del DBYSPRI, presentó la primera ponencia sobre el “Marco actual de la Formación de los Catequistas de las escuelas dominicales en Corea”. Basándose en una encuesta realizada en quince diócesis, destacó un “desfase entre los sistemas formativos diocesanos, el nivel de interés de los párrocos y las necesidades reales (sobre todo espirituales) de los catequistas en el campo”, insistiendo en la necesidad de una formación “continua y cualitativa”, en sustitución de recorridos esporádicos y aislados.
En la segunda ponencia, “Propuestas para el uso de las Líneas Guía de Formación”, el padre Kim Jun-hee, director de la Escuela Dominical del Departamento Juvenil de la arquidiócesis de Seúl, afirmó que la formación “no debe detenerse en la transmisión de competencias técnicas”, sino más bien favorecer “un enfoque integrado que incluya teología, pedagogía y psicología para consolidar la identidad y el papel del catequista”.
La sesión matutina concluyó con la intervención de Clara Park Moran, de la diócesis de Incheon, catequista laica con veintiséis años de experiencia, quien compartió un testimonio vivo y concreto, habiendo recibido personalmente el Ministerio de Catequista del papa Francisco durante el Jubileo de los Catequistas del pasado 21 de enero.
Por la tarde, después de los trabajos distribuidos en diez grupos, tuvo lugar una sesión plenaria en la que los participantes compartieron dificultades y sugerencias para poner en práctica las líneas guía.
Entre las cuestiones más recurrentes surgieron: la falta de “comunicación” entre diócesis y parroquias; la escasa “atención de los párrocos”, a menudo determinante para el éxito de los programas formativos; y las tensiones entre las actividades de los grupos juveniles parroquiales y el servicio de los catequistas.
Particular consenso suscitó la intervención de un participante que observó cómo “el apoyo espiritual que hace crecer la fe personal del catequista debe venir antes de cualquier apoyo material”.
El moderador, el padre Kim Yong-su, de la diócesis de Incheon, propuso además de modo espontáneo que la Congregación Salesiana, gracias a su larga tradición en el ámbito de la catequesis, pueda organizar programas formativos nacionales y graduales para los catequistas.
La propuesta fue acogida con un fuerte aplauso.
Finalmente, en las observaciones conclusivas, el padre Moise Yun Mangeun subrayó que las líneas guía indican claramente a la Iglesia coreana la necesidad de superar los confines diocesanos y responder de manera integrada.
El simposio representó un momento importante para verificar cómo el nuevo “mapa teórico” de las líneas guía debe encontrarse con las exigencias reales del campo, y los participantes coincidieron en que la formación de los catequistas debe avanzar como un proceso continuo, centrado en la “identidad” y en la “espiritualidad” del catequista.
Fuente: AustraLasia
