“El concepto misionero hoy va más allá, en el sentido que la misión no tiene confines. Pero estas Inspectorías son consideradas misioneras porque hacen un trabajo realmente específico con los indígenas”, explica el padre Reginaldo Cordeiro, SDB, Vicario y Delegado para la Animación Misionera del BMA. “Nuestra Inspectoría ha nacido con la primera casa en São Gabriel da Cachoeira, en 1915 y se desarrolló en la periferia, desde las poblaciones indígenas hasta los centros urbanos. Hoy con 105 años de presencia, hemos hecho muchos progresos en el conocimiento y en la evangelización. Vemos que poblaciones indígenas y no indígenas tienen necesidad unas de las otras, se apoyan mutuamente y este encuentro de culturas es muy hermoso e importante”, añade el salesiano.
El Estado de Amazonas es geográficamente muy amplio. En 1914 la Santa Sede confió a los Salesianos de Don Bosco (SDB) la Prefectura Apostólica de Río Negro y los primeros salesianos llegarán a la región el año siguiente, estableciendo la sede de su nueva misión en São Gabriel da Cachoeira, a unos 850 km de Manaus. Rápidamente se difundieron en toda la región, abriendo oratorios, escuelas, centros juveniles y parroquias, sin descuidar la presencia misionera entre los indígenas.
En la región del Río Negro y de sus afluentes, hoy se encuentran cinco presencias misioneras salesianas. En São Gabriel da Cachoeira, Santa Isabel e Iauaretê, la misión está compartida entre SDB y FMA y ve participar a 23 diversas etnias con parroquias, oratorios, catequesis, cursos profesionales y visitas a las diversas comunidades. En cambio en Maturacá y Marauiá, los salesianos trabajan exclusivamente con los Yanomami; en Maturacá, con una parroquia y asistencia espiritual ofrecida en las visitas periódicas; en Marauiá, con una presencia menos estructurada.
“La obra misionera con las poblaciones indígenas consiste ante todo en una presencia religiosa de calidad, estando con la gente, que tiene su cultura, costumbres y la propia religión. Es una experiencia de encuentro con el otro y a partir de aquí, de servicio, desarrollo y acción evangelizadora”, explica el salesiano. Y añade que uno de los grandes desafíos de la misión salesiana hoy es el encuentro entre el carisma salesiano y la espiritualidad y el modo de ser de los indígenas. “El gran desafío es este encuentro de valores para formar una Iglesia autóctona, o sea que emerge del encuentro de dos culturas. Ninguna cultura debe sobreponerse, sino más bien deben entrelazarse. El Sínodo de la Amazonía reforzó este concepto: que la Iglesia puede expresar sus valores haciendo pasos hacia la inculturación”.